«Nada sucedió como lo que uno suele ver en las películas. Una avalancha no es un montón de nieve blandita que baja como algodón. Lo que se cae de estas laderas son bloques inmensos de hielo milenario, que se van destrozando contra las rocas, arrastrando y golpeando a su paso todo lo que se les interponga. Aún siento escalofríos.»
«Hernán se levanta y mira el paisaje por la ventana del cuarto, con un aspecto y actitud particulares: calzoncillo (no me animaría a afirmar que estuviera totalmente libre de agujeros), medias tres cuarto, camiseta blanca de algodón escote en V, pañuelo al cuello y gorrito de lana, aprovechaba el momento de contemplación para rascarse el traste. Le digo: ¡Qué look, papá!, y con su rapidez habitual responde: ¡Puedo ser muy sexy cuando me lo propongo!»
Cualquier plan que incluya dormir en carpa, soportar el frío y el viento, caminar diecisiete horas por día, cargar muchos kilos sobre la espalda y no bañarnos por semanas nos hace brillar los ojos y comenzar a armar la lista de cosas que necesitamos para partir.
Al cabo de los años nos hemos convertido en hermanos. Así nos sentimos y así nos llamamos
«Casi al terminar de vestirme, en la oscuridad de la carpa, Fernando me preguntó:
- ¿Estás bien, hermano?
- Cagado hasta las patas, como nunca antes en mi vida.
El diálogo fue corto. En realidad hacía rato que se había acabado el tiempo para las palabras.»
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